El museo Reina Sofía acogerá próximamente el legado de la galerista Soledad Lorenzo (Santander, 1937), que se jubiló de la profesión en 2012. Se trata de más de 400 obras en todos los formatos propios del arte contemporáneo y que incluyen importantes piezas de su escudería de artistas, una brillante nómina con nombre propios como los de Antoni Tàpies, Tony Oursler, Miquel Barceló, José María Sicilia, José Manuel Broto o Eduardo Chillida
La firma del acuerdo, adelantado hoy por el diario El Confidencial, estaba prevista para finales de septiembre y se encuadra, según fuentes del museo, en una política de atracción de “importantes colecciones que contribuyan a llenar huecos relevantes en el relato del Reina”. “En este caso, es importante, por ejemplo, la incorporación de fondos de Juan Uslé o Victoria Civera. De esta última, la colección prácticamente está huérfana”.
El conjunto tiene un “alto valor de mercado”, lo cual subraya, según esas fuentes, el acto de “generosidad” de la galerista. “Podría vender la mayoría de las piezas mañana mismo en una subasta o dejárselas en herencia a sus familiares”. No pagará ningún dinero por la donación el museo (que, tras un periodo de cuatro años, pasaría a ser propietario del legado). Lorenzo tampoco obtendrá desgravación, ni beneficio fiscal alguno.
Aún se está estudiando el modo en el que el legado se incardinará dentro del relato del Reina Sofía, pero el centro de arte no descarta incluirlo de un modo más o menos permanente como un tributo a la “historia de una galería”, que también “lo es de una época de España”: los años ochenta, década en al que Lorenzo despuntó en la profesión por su forma cercana y protectora de trabajar con los artistas.
La operación forma parte de un conjunto de acuerdos del museo con importantes colecciones del mundo, como la de Patricia Phelps de Cisneros o la de Reinhard Onnasch, que ha permitido la entrada y exposición en el Reina de grandes nombres del expresionismo abstracto, como Clyfford Still. El proceso, moneda común en Estados Unidos, consta de varias fases: primero, se reciben los fondos en régimen de comodato; luego, en concepto de promised gift (que no acarrea exenciones fiscales pero confiere al donante influencia sobre las decisiones y la vida del museo); para que al final ingresen de pleno derecho en la colección.
El caso de Lorenzo es excepcional. La donación es en su caso sin condiciones y denota, según las fuentes citadas, un “enorme compromiso con el que considera su museo”.
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